El tema de la transgresión es un tema complejo que es influenciado por diversas variables.
Principalmente podríamos pensar en la variable sociocultural, pues impone algunas normas de convivencia particulares a esa cultura y ese medio en el cual uno se encuentra inserto.
Asimismo, el marco religioso cumple un papel fundamental, pues sancionará y determinará el error de acuerdo a sus particulares valores.
En un micromundo, la familia también tiene sus propias normativas, y ellas facilitarán u obstaculizarán que el individuo se conduzca de una u otra manera.
Ahora bien, desde el judaísmo, y más propiamente desde Torá -Pentateuco- se instauran tres palabras diferentes para el concepto de transgresión.
No suele hablarse de pecado sino de errores y transgresiones.
En primera línea, la palabra "Jet", comunmente caracterizada por aquellos "errores" hecho de manera involuntaria.
La palabra "Avón" , que señala aquellos actos de transgresión voluntarios; y la palabra "Pesha", que lleva implicada la iniquidad.
Los tres se encuentran dentro del individuo; ninguno escapa a ellos. Sí quizás variará el porcentaje de cada uno, pero todos tenemos algo de los tres conceptos señalados.
La esencia es, en el judaísmo, que todo ello, sea cual fuese el nivel de transgresión, puede tornarse en arrepentimiento, posibilitándolo retornar al camino de vida adecuado. Esto suele ser referido con el término "teshuvá". Dicho término implica tanto un retorno al camino adecuado así como el poder brindar respuestas en nuestro Ser en el Mundo.
Por último, reiteraremos una cita de Torá, más precisamente del libro de Devarim -Deeuteronomio- donde en los capítulos finales Moshé nos recuerda: "...Está el camino del bien y el camino del mal, el de la bendición y el de la maaldición, el de vida y el de la muerte. Pero elegirás la vida (Ubajartá bajaim), para que vivas tú y tu descendencia..."