TU TIEMPO, MI TIEMPO
Tu tiempo no es mi tiempo, así como tampoco mi tiempo es tu
tiempo
Contadas veces somos concientes de
ello
Mayormente uno puede guiarse por sus
sensaciones y percepciones, mas pocas veces pueden ellos coincidir con los del
otro
Pensemos un ejemplo:
Una persona mayor, sola, sumada en
años, donde su tiempo resulta eterno a pesar de transcurrir los días.
Otra persona, más activa, quizás
menor que ella, donde cada minuto cuenta y nada debe desperdiciarse pues la
agenda presiona de manera tenaz
Ambas se conocen y saben cada una de
sí
Ambas están en el mismo calendario,
el mismo día, la misma hora
Sin embargo, no están en un mismo
tiempo
Veamos más exactamente hablando:
La persona joven puede decidir si
interrumpir o no su alocado día e ir a visitarla. Verdaderamente nada,
absolutamente nada cambiará sí fuera a visitarla hoy, mañana, la semana
próxima, algún otro día.
Sin embargo, en el reloj de esta
persona mayor, no da de igual modo sí llegara a ser visitada en ese preciso
momento, o mañana, o algún otro día
¿A qué se asemeja?
Si bien nuestra mente nos engaña
permanentemente sintiendo un tiempo infinito, en nuestro interior sabemos bien
que no será igual un minuto antes o un minuto después
Entonces, ¿Por qué pensar en que
todos nosotros vivimos en un mismo tiempo?
Así como también, ¿Por qué postergar
aquellos chispazos de vida trocándolos por monótonas rutinas las cuales sabemos
bien que no necesariamente definirían un único destino?
El desafío de nuestro existir:
Santificar nuestro tiempo y el tiempo de nuestros allegados.
En definitiva, consagrar la vida...