Somos dos
"Somos dos en uno. Nos mantenemos en contacto de mil
maneras. Presiento su presencia, intuyo su llamada, me desespera ante su paso,
nada lo detiene, salvo cuando me asusto, corro a su encuentro y me
entrego".
Son estas, algunas líneas de
paradojas que vivimos a diario, convirtiéndonos en autómatas, esclavos
virtuales que nos inhiben o postergan poder usar el verbo “disfrutar”. Me
levanto, tengo sueño, me cuesta arrancar, me acosté tarde, me tengo que apurar,
me esperan, los chicos, la casa, el trabajo, si andan los transportes
adecuadamente, si no me están esperando con quejas, con apresuramientos, con
reuniones. Y sigo, yendo de aquí para allá, respondiendo cuánta demanda se me
cruce por mi camino, respondiendo mails, atendiendo gente, haciendo tareas
aburridas, esperando que llegue la hora del almuerzo, para luego esperar el
retorno a casa. Sigo corriendo, me faltan cosas por hacer, tiemblo pensando
cómo lleguen los chicos a casa, mi marido, mi esposa, mis padres. Tengo tareas
pendientes, la comida, los papeles, los pagos. Debo resolverlos pero mis ojos
se cierran, mi cuerpo me clama por un ansiado freno. Por fin lo logro, me
acuesto después de tan ansiado momento y mis ojos se desvelan, mis pensamientos
emanan cual catarata de manantiales. Miro la hora, los minutos corren, no me
comprenden, siguen su paso, erguidos, seguros, constantes. Y pasa el tiempo
hasta que un nuevo día amanece, quizás similar, quizás diferente... ¿Qué más
puedo decirte, querido lector, sino alarmarte, posibilitarte el reflejo de tu
vida, mi vida, nuestra vida, pendientes de un reloj? Si puedo sugerirte: hay
muchas maneras diferentes de hacer lo mismo, solo que con una postura más
íntegra, más humana. Solo es cuestión de plantearlo como una interesante
posibilidad...
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