Resumen exposición lunes 9 de febrero
En esta nueva reunión hemos estado tratando de delimitar aquellos conceptos que hacen a la particular dinámica que se pone en juego entre hermanos y hermanas.
Para ello deberíamos comenzar mencionando que nosotros no amamos de igual manera a cada uno de nuestros hijos, así como tampoco le adscribimos un mismo lugar a cada uno de ellos.
Cada hijo ocupará un determinado espacio y una determinada función en relación a sus padres y en relación a la vida misma.
Serán los "elegidos" de acuerdo a la situación y contexto en el cual se hallen inmersos en esos momentos. Será, por ejemplo, quien acompañará a su madre, quien sostendrá la familia, quien cumplirá sus deseos frustrados, etc.
Iaacov y Esav, hijos de Itzjak, segundo patriarca del pueblo de Israel, tenían sus diferencias y preferencias. Según el texto bíblico, Su padre amaba a Eav, pues lo veía como un valiente cazador; mientras que su madre amaba a Iaacov, pues sabía de sus cualidades espirituales.
Por su parte, Iaacov tenía como hijo predidlecto a Iosef (José), quien a su vez, por sus rasgos de belleza -según el relato bíblico- y por su altivez, proocaba gran furor en sus otros hermanos.
La competencia entre hermanos, amén del lugar que cada uno fue ocupando ante la mirada de sus padres, va haciendo un camino particular que muchas veces promueve distanciamientos y, hasta llegado el caso, el odio o la indiferencia.
Caín asesinó a su hermano Hevel (Abel), Iaacov y Esav se distanciaron por veinte años, los hermanos de Iosef lo querían matar, mas por intervención de uno de ellos, fue vendido a los ismaelitas, quienes después lo dejaron en Egipto.
Los celos y la competencia pueden estar mediados por el amor, o bien puede disparar una serie de acciones que conducirán al destierro.
Ni que hablar de cuando entremedio, luego, se pone en juego un dinero, una herencia. Todos conocemos ejemplos sobre terribles discusiones y hasta deseos de extinsión con tal de no hacer "favoritismos" o perder alguna tajada merecida. Muchas veces, inclluso, son sus conyuges quienes colaboran para tal fin.
Por supuesto que existen vínculos fraternos incorrumpibles, incondicionales, y plenos de satisfacciones; solo que al menos en este espacio, querido lector, intentamos abrir una observación críitica de algunos d elos aspectos más complejos que se ponen en marcha cuando de honores y falsa dignidad se tratan.
¿Salidas posibles?
Esencialmente, y nuevamente, la humildad como valor central de nuestra vida. Como quien diría "bajar un escalón" de donde me encuentro parado, sería un buen comienzo para reestablecer un diálogo.
Para poder empezar a ponerse de acuerdo con el otro, se requiere de una cierta renuncia narcisística, quizás facilitada por la pregunta ¿Para qué? o más precisamente, ¿Qué gano con mantener mi orgullo?
El placer y la paz en el alma vale mucho más que ser condecorado por el narcisismo.
Poder ver tras el vidrio sin "espejar", posibilitaría al menos, un nuevo intento de acercamiento y de búsqueda de hermandad.
No es "poner la otra mejilla"; es sencillamente valorar lo que sinceramente es valioso y uno no quisiera renunciar ni perder...
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