13 sept 2009

CREER O NO CREER

Creer o no creer

El ser humano necesita creer en algo, sea en algo superior, en objetos, o en los misterios expresados a través de diferentes “artes” que develan un futuro misterioso.

Las situaciones sin respuesta racional, así como aquellos misterios del acontecer diario, nos ponen en vilo la existencia misma.

En este sentido, los credos dan una respuesta que, aunque no termine de satisfacernos, encierra un significado determinado que al menos responde el sin sentido de los hechos.

Dentro del judaísmo existen diversos criterios sobre el misterio del “más allá” del entendimiento y conocimiento humano. Para algunos todo será Voluntad Divina, otros dirán que es producto de la finitud del hombre, así como también podría deberse a ese espacio vacío de entendimiento entremezclado con el azar.

Las Fuentes, sin embargo, resultaron categóricas al momento de determinar cuáles son las cosas que están a nuestro alcance y cuáles no.
Así también, tanto en Torá (Pentateuco) como en los exégetas, circunscribieron los límites del entendimiento humano y sus creencias.

En los libros de Levítico –Vaikrá- (Cap. 19: 26 y 20:2-6) y en el Deuteronomio –Devarim- (Cap.18 10-14), ha quedado enunciado lo que no tenemos que creer, y es en referencia a la magia negra, la adivinación, el agorero, el mago ni el hechicero En estos versículos se deja en claro que todos ellos nos alejan de la Creencia en el Todopoderoso, y que tienden a desdibujarnos nuestra concepción sobre lo Divino.

Por otra parte, Maimónides –Rambam- en Hiljot Havodá zará describe el accionar de la nigromancia, del brujo y el adivino, y sobre la astrología. Ellos tienden al engaño y la difamación, y nada tiene que ver con la Voluntad Divina.

Todos ellos tienden a describir el futuro desde una determinada óptica, aunque con ausencia de asevero científico.

Existe una imperiosa necesidad de “saber” en el Ser Humano. Lo “oculto” atrae de una manera particular, aun cuando al mismo tiempo genera miedo ante lo que se podría llegar a vislumbrar.

El vacío de conocimiento y razocinio conllevan malestar y angustia, puesto que necesitamos tener un determinado control sobre lo que nos sucede y, en especial, sobre lo que nos podrá ocurrir en un futuro mediato

No hay dudas que a muchas personas les hace “bien” concurrir a aquellos que parecen predecir el futuro. Sabemos, asimismo, que mucha gente se apoya en la confianza y seguridad que le pueden brindar un buen predicador, alguien “que tire las cartas”, o simplemente leer su horóscopo del día a día.

No hay verdades absolutas. Sabemos que aun existe mucho misterio sobre la vida, por sobre todo en lo que nos depare cada día siguiente en nuestra vida.
“No creo en las brujas, pero…”

El punto central, quizás, sería pensar cuál es mi grado de dependencia ante todas esas posibilidades externas. Cuánto me desdibujo yo, quedando esclavo de lo que otro me intentará develar, o de qué estará escrito en el horóscopo del día de mañana.

Diferenciemos, entonces, entre creer en algo superior, en este caso Ds, y creer en pequeños dioses que nos construimos pensando hallar los secretos del destino.

No convirtamos en amuletos y dioses aquellos objetos o seres que intentan sugestionarnos en nuestro camino. Quizás, simplemente, deberíamos entregarnos a seguir nuestro paso y crear nuestro propio camino, con certidumbres e incertidumbres, pero con la convicción de que podemos ser los autores de ese camino que es nuestra vida.

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