En las calles caminamos ensimismados, sumergidos en nuestros pensamientos, atraídos por nuestras emociones, quizás pensando en la hora que se ha hecho, respondiendo rápidamente algún mensaje de texto, mirando Facebook y chateando con alguno, dando un mordisco de algún alimento, pero eso sí, sin detener la marcha.
Cuando recuerdo los riesgos, veo alguna cara que me resulta "extraña" y hasta "peligrosa", ahí mi cabeza detiene todo lo que venía realizando y, estimulando la fuente de alerta y el miedo (sistema límbico del cerebro) construimos un sinfín de alternativas impredecibles.
La cantidad de estímulos visuales y auditivos es incandescente. Junto a mi constelación psíquica se van compaginando infinidad de mensajes latentes que, a modo de precaución, me dejan en un estado de alerta permanente.
Imagino largas horas cómo reaccionaría si me llegara a acontecer un hecho disruptivo como un robo, un choque, el presenciar un suceso callejero? Sé muy bien que, llegado el momento, una parte de mí sabrá qué es lo que quiero hacer, mientras que la otra, indefensa quizás, reaccionará autónomamente.
Sé que pocas cosas pueden ser predecibles a la hora de tener que atravesar una situación disruptiva.
Cada vez que algún hecho sucede, me pongo en alerta "estudiando" qué debería tener en cuenta, cómo debería reaccionar, qué es lo que debería decir, etc.
"Si te pasa algo decí: ¿Fuego!"...
"Si te llaman por teléfono, no des tus datos..."
"No vayas por esa cuadra, andá por la otra que está más iluminada"
"No lleves la mochila colgada, llevala adelante"
"No hables por celular en el subte... te lo pueden manotear"
"No tomes ninguna bebida si no ves que la sirven de una botella o lata"
"Mándame un mensaje cuando subas al colectivo, cuando bajes, cuando llegues a la casa de X, cuando estés por volverte a casa, cuando estés viajando para casa, y avísame cuando llegaste..."
"Cuidate que está lloviendo y hay rayos"
Ay!
¡Qué cosa tan alocada!
¿Todo tiempo pasado fue mejor?
Amigos lectores,
Cuando pensé en el título de estas líneas, me decía:
¿Qué es lo que estamos teniendo que atravesar en estos tiempos?
Gratuitamente -desde afuera- conllevamos decisiones y conductas que intentan brindarnos algo más de tranquilidad... Aunque con un precio alto.
No es casual el aumento de enfermedades autoinmunes y de patologías crónicas.
El exceso de carga alostática -esfuerzo que hace nuestro organismo en aras de sobreponerse a la exigencia y tender a la homeostasis del cuerpo- promueve un sinfín de alteraciones que, por supuesto también inciden en el psiquismo y, en definitiva, nuestro mundo de relación.
¿Qué hacer?
Por supuesto:
Tomar todas las precauciones "básicas" que requiere nuestro diario vivir
No generar pensamientos negativos inexistentes
No "sobrealimentarse" por el decir de otros ni por los Medios
Tener muy presente el ritmo de nuestra respiración, la postura de nuestro cuerpo, el innecesario acelere de lo cotidiano
Rodearnos de aspectos positivos y alentadores
Favorecer eventos y actividades que generen o al menos permitan el despliegue del placer...
Como dicen los Sabios "Recuerda que no existe obstáculo que el ser humano no esté preparado para sortear"...
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