AFRONTANDO LAS PERDIDAS AFECTIVAS -Un breve resumen-
Cada uno de nosotros tiene una percepción diferente de la vida, por su historia, por sus experiencias, por sus desafíos de la vida
El duelo es un proceso, una construcción personal ante una pérdida dada. El duelo conlleva una transición en diferentes estados anímicos dentro de un tiempo particular.
Una vez acontecido el evento, el proceso de duelo puede bien contener diferentes estadíos, pasando desde la consternación inicial, el planteo de interrogantes incomprensibles, la impotencia, el enojo, la culpa, la tristeza, hasta el ir alcanzando finalmente la aceptación y reacomodamiento en la propia vida.
Es muy importante respetarse y respetar los propios tiempos y necesidades del momento en que uno u otro se encuentre. Más que pronunciar “palabras mágicas”, muchas veces el silencio y el simple acompañamiento, son aliados fieles para sentir la presencia y el afecto necesitado en esos momentos.
En estas instancias tan complejas, es la búsqueda permanente de equilibrio la que guía cuándo lo que siento y vivo es esperable que pase, y cuándo puede tornarse riesgoso para mi integridad. La tristeza, por ejemplo, es una estado muy frecuente, sin embargo debemos cuidar que la misma no se prolongue en demasía en el tiempo, llegando a impedirnos salir de nuestra habitación.
Es importante recordar que uno siempre ha hecho todo lo que era accesible en ese momento previo, aún sabiendo que siempre podría haberse hecho algo más. No somos seres omnipotentes, sino simples humanos que vamos haciendo e interaccionando de la mejor manera posible para nosotros mismos. Las deudas acrecientan el sentimiento de culpa, y todo ello nos hace mucho daño a nosotros mismos, sin solucionar en absoluto el pasado.
Lo fundamental: Respetar nuestros propios tiempos y nuestro modo de llevar el proceso de aceptación de la pérdida. Nadie debe juzgarnos por la manera que vamos transitando cada día.
Seamos sabios. Sepamos aceptar el acompañamiento que nos ofrecen nuestros cercanos, así como permitirnos pedir la presencia de alguno de ellos para alivianar el dolor del momento.
Como enseñaron los Sabios: “Recuerda que no hay obstáculo alguno que el ser humano no esté preparado para sortear”.
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