19 ago 2010

Las pasiones, los celos y el amor desde las Fuentes y la Actualidad

Son temas sumamente conocidos, escrito y relatados por numerosos autores y pensadores de toda las épocas.
A pesar de ello, nunca terminaron de abarcarlo todo, de definirlo en toda su magnitud, en poder poner palabras que los describan plenamente.
Del enamoramiento, al amor, los celos y la pasión; etapas diferentes de una misma moneda de la vida.
Desde las Fuentes, numerosos ejemplos podemos hallar en sus descripciones tan humanas como hasta hoy.
El encuentro y el amor a primera vista de Itzjak y Rivká (Isaac y Rebeca), la enorme convicción y entrega de Iaacov (Jacobo) para tener el amor de su vida, su amada Rajel (Raquel) y las consecuencias relatadas junto a la hermana de Rajel –Leah- y las mujeres que cada una tenía a su disposición (Libro del Génesis, caps.24 a 30)
Existen los amores imaginarios, los amores que tienden a salvar al otro (como por ejemplo el amor del hombre ante una prostituta), amores donde siempre hay un vínculo triádico (hay tres personas en juego), así como también últimamente están los cyber-amores.
La pasión, por su parte, sostiene lo irracional, aquello que se basa en sentimientos que no admiten razonamiento y lógica alguna. La obsesión amorosa tiende a adoptar conductas promovidas mayormente por actitudes pasionales, las cuales atraviesan las barreras del criterio y tienden a obtener un dominio y posesión del otro en forma plena.
Las pasiones son sostenidas por medio de fantasías referidas al control y total dominio, a ser el único elegido en el planeta, y a impedir que nadie se cruce en el camino y lo lleve a quedarse solo, perdiendo su amor imposible.
Todo está, de alguna manera, vinculado con la ambición, y ésta lleva a que uno se enceguezca y atraviese portones jamás imaginados.
Es esa sensación que impide pensar en otra cosa que no sea su amor ¿imposible?, tener un total control y dominio de manera de poder seguir siendo el centro único del existir.
En verdad, la tendencia es esclavizar al otro. Sin embargo, al igual que la lectura del “amo y el esclavo”, uno mismo termina siendo esclavo de su obsesión y sed de poder.
El legítimo antídoto será el reconocer que uno no lo puede todo, que no es dueño de la vida del otro, que aunque lo intente de mil maneras diferentes, el otro será quien decida por sus propios medios, y que todo ello lleva a correr el riesgo de no ser elegido.
La humildad, entonces, seguirá siendo la única solución posible para detener ese impulso irracional que no es más que de tener dominio.

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