24 jun 2010

EL IDEAL DE HOMBRE DESDE LAS FUENTES Y LOS CONTEXTOS

¿A qué llamamos perseguir un Ideal?
¿Qué es un Ideal?

En primera instancia, tener ideales nos ha resultado siempre algo positivo y legítimo.
Sin embargo, ¿Cuántos de esos ideales son verdaderamente míos y cuántos son provenientes del contexto sociocultural y familiar?

En nuestras Fuentes, hallamos un número de ideales que se nos plantea como modelo a alcanzar.
En Torá -Pentateuco- se van mencionando diferentes aspectos que hacen a la construcción de un ideal de ser humano. Los valores de solidaridad, justicia, respeto, humildad -entre otros- nos plantean cómo debería ser nuestra postura en la vida para con D-s, con la sociedad, con el prójimo, y con uno mismo. Para eso te invito que recorras el libro de Deuteronomio -Devarim- Allí hallarás un número de ideales que permitirían alcanzar la meta que está sugerida en el libro de Levítico -Vaikrá- "Kedoshim tihiú, ki kadosh Aní" -Consagados sean ustedes, porque sagrado Soy Yo -dice el Eterno-

¿Cómo se construyen los ideales?
Hay ideales que ya están preestablecidos desde el medio y que trascienden a uno mismo.
Hay otros que provienen de nuestros prójimos, planteándonos aquellas cualidades que desearían hallar en nosotros.
Existen muchos otros que nacen en el seno familiar, y que, como un goteo incesante, nos van enmarcando en un camino donde deberíamos responder con su cumplimiento.
En la pareja también se ponen en juego determinados ideales que irrumpen en el comienzo y tienden a frustrarse cuando, ante el paso del tiempo, se observa la no adecuación a los mismos.

Tendríamos que diferenciar entre aqullos ideales que hemos incorporado y asumido, de aquellos otros que podríamos denominar deseos.
¿Cuál es su diferencia? En uno se elije -deseos-; en el otro, no.

El problema se crea cuando uno queda atrapado en las exigencias de un ideal y conlleva a desvalorización, impotencia y culpa.

Por último, deberíamos asignar también aquí, una diferenciación entre aquellos ideales que conllevan una escala de valores, de aquellos otros que simplemente tienden a alcanzar logros materiales o corporeos.

Será para pensar cuánto uno llega a ser fiel con los otros y cuánto se es fiel a sí mismo.
La encrucijada entre estas dos posturas conlleva una posible solución, o bien a la enajenación y aislamiento.

La habilidad de poder visualizar lo que es bueno para uno permitiría hallar un camino más real y concreto, a diferencia de quedar pendiente, atrapado, en aquellos ideales que muchas veces, más que estimular, detiene y obstaculiza la contrucción del propio camino de vida.

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