Cuántas veces en las relaciones que mantenemos con otras personas, quisieramos saber encontrar el punto justo entre la tolerancia y los sanos límites que como personas, necesitamos establecer con los demás.
Ya sean con los afectos muy cercanos, con tus amistades, o aun en el ámbito laboral, desearíamos poder encontrar cada vez el equilibrio necesario para saber cuando y como reaccionar ante una situación de conflicto que, como seres humanos imperfectos que somos, es inevitable que alguna vez tengamos que enfrentar.
“Es que no me gusta enojarme”, diremos algunas veces.“Mirá… prefiero callarme, porque el dia que me enoje, no le hablo mas”.“Me tiene harto con ese carácter, todo el tiempo me esta gritando”“Porque me tratas asi???… me haces llorar”….“Y bueno… habrá tenido sus buenas razones para actuar asi”…
Que esconden estas frases? ¿Temor, inseguridades, sensación de impotencia, miedo a ser rechazados, a que nos quieran menos, a que no nos quieran mas? Tal vez.
Lo que resulta ser muy sano, tanto si te es difícil enfrentar o reclamarle a otros tus derechos, o por el contrario, que te señalen como alguien muy exigente o autoritario, es tener en cuenta que a veces los enojos nos ayudan no solo a descomprimir un estado de ánimo, por cierto molesto y nada saludable, sino también a mantener una agradable armonia y equilibrio con los demás.
Todos necesitamos limites. “Los límites definen a las personas” se dice por ahí… y si no pudiste encontrar a tiempo los tuyos, ya alguien en tu lugar se encargará de hacerlo, porque hacen a nuestra esencia humana, y son necesarios e inevitables en el diario convivir.
Yo puedo ser sumamente solidario y altruista, pero si por serlo me quedo vacío, o si no encuentro alguna forma de reciprocidad en lo que suelo dar, tarde o temprano alguna forma de enojo se hará presente, porque en esa relación no se estará respetando el principio de igualdad entre las personas. Saber enojarse a tiempo, saber discriminar entre lo tolerable y lo que puede exceder mis deseos y derechos, saber retirarse a tiempo de algo que pueda llegar a hacerme daño, requiere a veces de mucha convicción y fortaleza interior, pero puede ser muy necesario para evitar que en algún momento una sensación de angustia o tristeza aun mayor domine tus genuinos impulsos naturales, y no sean apreciados en todo su valor.
Se necesita mucha sabiduría interior y una gran dosis de buenas intenciones para evitar situaciones o discusiones que generalmente son desagradables… pero en función de un mayor bienestar en muchos aspectos de la vida, pueden ser una herramienta muy eficaz para sentirte más pleno, más digno, y poder decidir libremente a quien vale dedicar tus buenas intenciones más justamente. Es una cuestión de equilibrios, en la que seguramente todos saldremos ganando.
Te propongo que prestes más atención a las próximas veces en que notes que algo te afectó especialmente, y antes de que ese sentimiento se haga más grande y adopte alguna indeseable forma de agresión o dolor, lo dejes salir de la mejor forma que puedas… seguramente te llevarás más de una sorpresa. Es sólo cuestión de probar…
2 comentarios:
no sabes lo bien que me hizo leer esto
Saludos!
maravilloso. es justo lo que necesitaba en mi vida. de verdad!
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