19 sept 2008

LAS PALABRAS DEL CUERPO

Cuántas veces nos preguntamos: ¿Por qué en el mejor momento, sufro? ¿Por qué me aparecen dolencias, síntomas que empañan el momento en el cual me encuentro transitando?Nuestro cuerpo entero es una maquinaria perfecta, asombrosa; solo que no siempre lo logramos interpretar. Los pequeños o grandes desajustes emocionales diarios se van acumulando y van quedando a pesar de que quizás en nuestra mente ya no estén con la misma intensidad.Somos muy hábiles para hacernos los distraídos, los fuertes, los que terminamos diciendo: -no es nada!Sin embargo, dentro nuestro, en nuestra mente, aquellos desencuentros, inhibiciones, frustraciones, permanecen aunque escondidos a nuestra conciencia."Cuando nuestra boca calla, habla el cuerpo". Esto significa que muchas veces nuestras palabras -las cuales quieren "denunciar" algo importante- quedan sin poder salir por diferentes motivos, y terminan instalándose en aquella parte del cuerpo más sensible, frágil, posible de convertirse en un síntoma molesto.¿Pero es que acaso lo hago a propósito? Si yo no quiero sufrir, ¿Por qué estoy sufriendo? En el mejor momento, me aparece un dolor agudo, me aumenta la alergia, me quedo impotente, me siento débil.En realidad nuestra mente es sumamente compleja y, por esas cosas ocultas a nuestra conciencia, de un momento sumamente ansiado y placentero, se torna inmediatamente displacentero y molesto.Es como si dijéramos: no puede irme todo bien, o sino, no puedo disfrutar plenamente de algo que quiero. Hay algo que no me lo permite y "me hace" padecer de un límite injusto al cual no puedo lograr hacerle frente y sobreponerme a ello.Las tensiones agudizan nuestra sensibilidad y nos pueden llegar a causar dolores indescriptibles.Una paciente estaba ansiosamente esperando el gran día de reencontrarse con su ex-pareja. Ambos habían combinado, luego de varios meses, reencontrarse para volver a hablar. Esta chica, un día antes, ya no podía probar bocado y su dolor estomacal era intenso. El día y la hora de la cita fue insostenible. Estuvo con temperatura y con dolores profundos, los cuales no le permitían tomar más que un té. Su reencuentro fue emocionante, sin embargo, su cuerpo no le permitió disfrutarlo y debió retirarse más rápidamente de lo planificado.Este es uno de los miles de ejemplos que podríamos citar, en el cual se vislumbra con claridad el dominio del cuerpo por sobre su voluntad, y el dominio del displacer por encima de aquello que tanto deseaba que era, en este caso, reencontrarse con su pareja.Podríamos buscar muchas justificaciones acerca del por qué de su padecimiento; sin embargo, solo ella podrá evaluar la magnitud del hecho y registrar con mayor claridad, los articulantes que se habían puesto en juego en dicha cita tan deseada.Cada uno de nosotros tiene su propia llave. Como solían decir los sabios: "Seguramente la llave que buscas se encontraría debajo de tu asiento. Levántate y búscala".

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